A los 50 años de ANEP
A los 50 años de ANEP
Mauricio Castro Méndez (*)
Cuando un sindicato cumple 50 años de vida es conveniente hacer un balance de lecciones aprendidas que permitan pensarnos a futuro con una pregunta en mente: ¿cómo podemos ser más útiles para las personas trabajadoras y para el país?
Mucho podríamos decir, pero hay dos lecciones aprendidas que parecen fundamentales. En primer lugar, hemos entendido que si realmente queremos defender los intereses económicos y sociales de las personas trabajadoras, debemos comprender la gran diversidad de necesidades, preocupaciones y sueños que ellas tienen. Las relaciones laborales son tan solo un ámbito en el cual se confrontan esos intereses con otros intereses complementarios y contrapuestos. Más allá de esas relaciones, la persona trabajadora, sea esta asalariada, independiente, formal, informal, remunerada, no remunerada, tiene muy diversas necesidades familiares, comunales, regionales, en su oficio y en su país. Es por eso, que hemos comprendido que siendo un sindicato un medio y no un fin en sí mismo, el desafío es la satisfacción de esas necesidades y sueños, lo cual no podemos hacer como individuos, y tampoco lo puede hacer un sindicato en solitario.
Por una Costa Rica inclusiva y solidaria. Somos parte de un movimiento sociopolítico, diverso, autónomo, multicolor. Esa riqueza nos hace complejos, pero cada vez más eficaces en la medida en que crece nuestra capacidad para comprendernos, acompañarnos, articularnos y logramos actuar a partir de necesidades concretas de nuestra gente con un horizonte compartido: la construcción de una Costa Rica Inclusiva y Solidaria. En ese sentido somos un actor sociopolítico, que forma parte de un sujeto más grande, que se construye y reconstruye cada día.
En el pasado, la representación política era monopolio de los partidos, que pensaban -y en muchos casos aún lo hacen- a las organizaciones como ejecutores de sus visiones, o bien como espacios a ser dominados con clientelismo. La Asociación de Empleados Públicos y Privados (ANEP), entre otras, ha entendido que nuestra autonomía (política y económica) es fundamental, si es que queremos defender a las personas trabajadoras.
Nunca más estaremos ligados a prácticas autoritarias o clientelistas de los partidos, pero esa autonomía jamás puede entenderse como aislamiento. Por el contrario, el descalabro de los partidos tradicionales y sus prácticas políticas nos han reafirmado que nuestro camino es el correcto: debemos consolidar ese Sujeto Político diverso, autónomo y rebelde, que no sucumba ante esas prácticas, y que tenga como objetivo fundamental la inclusión y la solidaridad. Partidos políticos y colectivos organizados ya somos parte de este Sujeto, que nació hace muchos años y está alcanzando su madurez.
Sindicatos y democracia. En este Sujeto Político, el papel jugado por los sindicatos ha sido fundamental. Cada vez es más la gente que se percata de ello, lo cual nos hace uno de los blancos de ataque favorito de aquellos que no quieren la inclusión ni la solidaridad, de aquellos que siguen viviendo la guerra fría, y que ven de manera paranoica la subversión en todo lado, de aquellos que solo utilizan la descalificación y las frases trilladas para generar temor y desconfianza de las personas trabajadoras.
Cada vez son más las personas que han comprendido que cualquier organización compuesta por personas de carne y hueso comete errores y es susceptible de la debilidad humana. Pero cada vez son más las personas que comprenden que la única forma de rescatar nuestra democracia, es desarrollando ese tejido social, autónomo, fuerte, activo, respetuoso de la diversidad. No podemos seguir tolerando, si es que queremos defender y rescatar nuestra democracia, que se violente todos los días el derecho que tiene cualquier persona trabajadora de organizarse y de buscar, colectivamente como parte de ese Sujeto Político, un mejor mañana. Quien siga ignorando esa realidad solamente fortalecerá a quienes desean seguir construyendo una dictadura en la democracia.
*Abogado, asesor de ANEP
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