Apenas dos semanas después de que la selección Sub-20 de Costa Rica brillara al llegar a semifinales del Mundial de la categoría en Egipto, sus 'menores' de la Sub-17 firmaron un rotundo fracaso, al caer en la primera fase del torneo planetario de Nigeria.
La eliminación de los pequeños se concretizó el sábado de la manera más dolorosa, con una goleada (4-1) ante Burkina Faso, en un partido en el que los centroamericanos mostraron una preocupante falta de ambición y se vieron literalmente arrollados ante los motivados jugadores africanos.
Dos días antes, el equipo había perdido por idéntico resultado ante Turquía y en su trayectoria, como colista del grupo D, queda tan sólo el punto conseguido en el debut al empatar (1-1) con Nueva Zelanda.
Para terminar de agravar el patinazo, sus tres adversarios sellaron el pase a octavos, dejando a los costarricenses como los únicos derrotados de un grupo que antes de la competición parecía asequible.
El contraste entre los resultados de las dos 'Seles' juveniles frena la euforia de los responsables nacionales, que esperan un relevo generacional capaz de escribir páginas gloriosas en la historia del fútbol 'tico', proyectando sus planes hacia el Mundial absoluto de Brasil-2014.
"Fuimos incapaces de mantener nuestro trabajo en equipo, y lo que planeamos no funcionó. Cometimos demasiados errores", declaró el entrenador Juan Diego Quesada para resumir el doloroso revés ante los otomanos, en un diagnóstico que puede extenderse al resto del torneo.
El equipo no consiguió en ninguno de los tres choques sobre el césped artificial de Enugu imponerse en el control del balón y tan sólo en el estreno con los neozelandeses visitaron asiduamente la meta rival. A partir de ahí, la debacle fue evidente y las goleadas liquidaron las esperanzas de clasificación.
Entre los pocos aspectos positivos está el papel de los atacantes Jonathan Moya y, sobre todo, del estelar Joel Campbell, ambos del Saprissa y autores de los tantos ante turcos y neozelandeses, respectivamente.
Los dos se han mostrado peligrosos arriba, pero los problemas en la circulación del juego y en la llegada de balones desde el medio del campo les ha hecho quedar a menudo aislados, disminuyendo casi al mínimo su capacidad para generar peligro y compensar los continuos errores de la zaga.
Más allá de la actuación sobre el césped, la Sub-17 no llegó a Nigeria en las mejores condiciones, con menos recursos por la inversión efectuada en la preparación de la Sub-20.
El rendimiento de los chicos de Quesada era una incógnita además por la discreta actuación en el torneo clasificatorio de abril en Tijuana (México), donde el equipo logró el pasaje como segundo de su llave, tan sólo superando a Guatemala por una mejor diferencia de goles.
La Federación nacional tiene ante sí un gran trabajo, muy posiblemente con nuevo entrenador, para que esta generación pueda sacarse la espina nigeriana en la próxima edición del Sub-20, prevista para 2011 en Colombia, y donde el país defenderá su reciente condición de semifinalista.
Después de las antagónicas actuaciones en los Mundiales juveniles, el fútbol 'tico' afronta ya el gran reto del repechaje ante Uruguay (14 y 18 de noviembre), por una plaza en la cita absoluta de Sudáfrica-2010.
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